No podía detenerse en cosas tan pequeñas como lo que pasaba con Roger, tenía tantas cosas que hacer y que pensar, que llegó a la conclusión de que, un novio en esos momentos sólo le causaría problemas. Luego cayó en cuanta de que ni siquiera eran novios, así que peor tantito.
Comió un poco, antes de salir a la boutique, con la esperanza de que su abuela, no se le hubiera ocurrido ir a dar una vuelta y ver que pasaba de medio día y su nieta no había abierto.
Le dio un poco de alegría ver que eso no había sucedido.
Abrió la boutique y se puso a limpiar no sin antes haber encendido el radio, llenándose los oídos con unas voces, muy conocidas: Ha-ash. Con esa canción que, arggg.
Mis amigos dicen que te olvide, que antes de ti no era igual; antes de ti, mi vida no tenía sentido, antes de ti, no sabía amar.
¿Qué hago con mis labios, si me ruegan tus besos? ¿Qué hago com manos cuando suplican tú regreso? ¿Qué hago con mis noches? ¿Qué hago con mis días? ¿Qué hago con tu esencia que se aferra a la mía?
Prefirió no seguir escuchando, esa canción. Sacó un libro que se encontraba por ahí, no quería seguir pensando, en ¿Roger?
No quería pensar en nada.
Pero no podía concentrarse en la lectura, quizá era hora de tomar sus maletas y volver a empezar.
¿Donde quedaron las cajas?
Escuchó la campanilla que anunciaba que había un cliente, levantó la vista y se encontró con un joven, le calculo al rededor de veintidós, tenía el cabello rizado, que hasta parecía un afro, muy pequeño, era flacucho y miraba con atención todas las prendas en los mostradores. Le pereció una persona chistosa y antes de reírse prefirió hablar:
-¿Necesitas algo?
Volteó a verla y asintió.
-Mi madre cumple años y no tengo idea de que regalarle.
Carla le sonrió por su acento, y salió del mostrador. -Eso se puede solucionar, más o menos ¿qué es lo que estás buscando?
-¿Algo para mi mamá? -Respondió con el ceño fruncido y ahora sí Carla no pudo no reírse. Le mostró diferentes piezas y al final un traje de color negro le convenció, dijo que haría lucir más los hermosos ojos que tiene.
-Muchas gracias, me salvaste la vida.
-No es nada ese es mi trabajo, pero ya sabes, cuando se te ofrezca.
Asintió cuando le entregaba el cambio, lo guardó en su cartera y le sonrió; -Miguel Gonzalez, fue un placer.
Gonzalez, como Roger. Sintió que la nostalgia la consumía, se perdió en sus pensamientos y fue la voz de Miguel, lo que la sacó de su trance.
-Ya sé que tengo el súper poder de dejar sin habla a cualquiera, pero por favor di algo.
-Perdón, me recordaste a alguien.
-Espero que a nadie malo, señorita sin nombre.
-Hey, si tengo nombre es Carla. -Cruzó los brazos y le sacó la lengua.
-Muy bien Carla, te invito un café.
-No, no creo
-Como amigos -Y la sonrisa de ese chico era especial, y no pudo negarse, en parte no lo hizo porque necesitaba algo y eso era distracciones.
-Salgo a las seis.
Miguel asintió y se despidió diciendo que volvería.
Las cosas comenzaban a pintar mejor.
Cuando Miguel llegó por ella, acababa de terminar de anotar las ventas del día, no entendía como les iba tan bien. Tomo su bolsa y caminando llegaron a un starbucks que estaba muy cerca.
Miguel le dijo que era de Colombia, ahí entendió el porque de su acento, tenía veintitrés años y era un fotógrafo recién graduado de la carrera de Artes Visuales, pero la fotografía era lo que más le gustaba.
-Me encantaría que un día fueras mi modelo, tienes muy bellas facciones.
Que un artista te diga eso, debe ser porque en realidad eres bella ¿no? O quizá, esa era su técnica de conquista.
-Disculpa, me tengo que ir. -Asió su bolso y se levantó.
-¿Dije algo malo?
-¡¿Crees que no me iba a dar cuenta de tus verdaderas intenciones?! Sí le digo que es hermosa, la llevo a mi departamento y me aprovecho de ella. -Los ojos de Carla estaban empañados por las lágrimas y Miguel no entendía nada.
Alejó su silla y se acercó a ella, abrazándola, apretando su cuerpo contra el de él, acariciando su espalda. Y no recuerda unos brazos donde se haya sentido más tranquila.
-Perdón, -Dijo antes de limpiarse las lágrimas con el dorso de su mano y sorber los mocos -Soy una desconfiada
-Tranquila, está bien que desconfíes, nos acabamos de conocer. Pero, yo te aseguro, que no te haré nada malo. Seremos amigos si quieres. Lo prometo. -Levantó la mano y Carla sonrió.
-¿Por la garrita? -Levantó el dedo meñique.
-Por la garrita-tomo el menique con el suyo-es juego de niños
-pero sigue funcionando-le sonrió
No hay comentarios:
Publicar un comentario